¿POR QUE REDUCIR LA DESIGUALDAD NOS BENEFICIA?

22 de mayo del 2015 | por Laura Serralde

La desigualdad en los ingresos ha alcanzado alzas sin precedentes en la mayoría de los países de la OCDE y se mantiene en niveles aún más altos en muchas economías emergentes.

 

Según un nuevo informe de la OCDE, la población que ocupa el 10% superior de la escala de ingresos  ahora gana 9.6 veces el ingreso de la población que ocupa el 10% inferior, arriba de la proporción 7:1 que prevalecía en la década de 1980 y la de 9:1 de la década de 2000.

El nuevo informe de la OCDE, In It Together: Why Less Inequality Benefits All (Todos juntos: ¿Por qué reducir la desigualdad nos beneficia?), muestra también que el patrimonio se concentra aún más en el extremo superior que el ingreso, lo cual incrementa la desventaja general de las familias de ingresos bajos. En 2012, aquellos en el 40% inferior de la escala de ingresos poseía sólo el 3% del patrimonio familiar total en los 18 países de la OCDE que contaban con datos comparables. En contraste, la población ubicada en el 10% superior controlaba la mitad del patrimonio familiar total y el 1% más adinerado poseía el 18%.

«Hemos llegado a un punto de inflexión. La desigualdad en los países de la OCDE se encuentra en el nivel más alto desde que empezaron a registrarse estadísticas”, comentó el Secretario General de la OCDE, José Angel Gurría, en la presentación del informe en París junto con Marianne Thyssen, la Comisaria Europea para el Empleo, Asuntos Sociales, Competencias y Movilidad en el Empleo. “La evidencia indica que una alta desigualdad es negativa para el crecimiento. La razón de ser de una acción de política es tanto económica como social. Al no trabajar en resolver la desigualdad, los gobiernos afectan el tejido social de sus países y perjudican su crecimiento económico de largo plazo.”

En el informe se destaca la necesidad de mejorar las condiciones de trabajo. La creciente proporción de personas que trabajan a tiempo parcial, con contrato temporal o que son autoempleadas es un factor importante del incremento constante de la desigualdad. Entre 1995 y 2013, más del 50% de los empleos creados en los países de la OCDE se ubicaron en estas categorías. En particular, los trabajadores temporales poco calificados tienen ingresos mucho más bajos e inestables que los trabajadores permanentes.

Los jóvenes son los más afectados: el 40% tienen empleos atípicos y cerca de la mitad de los trabajadores temporales tienen menos de 30 años de edad. Asimismo, son menos sus probabilidades de cambiar de un empleo temporal a uno permanente y estable.

Otra conclusión clave presentada en la publicación es que es necesario trabajar más en reducir la brecha de género. El aumento del número de mujeres que trabajan ha ayudado a contener el aumento en la desigualdad, a pesar de que su ingreso es alrededor de 15% menor que el de los hombres.

Desigualdad en México

De acuerdo con un estudio de la y ha aumentado de nuevo en años recientes.  En 2012 el ingreso promedio de la población en el 10% superior de la escala de ingresos fue 30.5 veces más alto que el del 10% inferior, arriba de una proporción de 22 a 1 a mediados de la década de 1980, pero menor que la de 33.5 a 1 a mediados de los años 1990.

Nivel de desigualdad de ingresos. El Coeficiente Gini otorga 0 a la igualdad de ingresos y 1 si todo el ingreso va a una persona.

 

Entre 2010 y 2012, el ingreso familiar total creció ligeramente; sin embargo, sólo los ubicados en el extremo superior se beneficiaron (+7%), en tanto que los ingresos de la población ubicada en el 40% en el extremo inferior se redujeron en un 3%. De forma preocupante, este fenómeno no ocurrió sólo durante la crisis, sino que se trata de una tendencia de largo plazo. Durante las últimas tres décadas, el crecimiento de los ingresos medios de los más ricos fue mucho más alto que el de la media y el de los pobres. De hecho, en términos reales, el ingreso promedio del 10% en el extremo inferior en 2012 es menor que el de 1984.

La pobreza aumentó en 3.5 puntos porcentuales. La población que se encuentra debajo del 50% del ingreso medio en México es casi el doble que el promedio de la OCDE.  A la inversa de la mayoría de los países de la OCDE, la pobreza entre los ancianos también aumentó durante el mismo periodo y, tristemente es este grupo de edades que presenta las tasas de pobreza más altas. Al mismo tiempo, la pobreza entre los niños es también alta, la segunda mayor después de Turquía.

Políticas sociales como la transferencia de efectivo (Prospera, 65 y más, SinHambre) y la redistribución a través de servicios como la Educación y la Salud, tratan de reducir las brechas de desigualdad. El gasto público social aumentó en gran medida, pero aún es comparativamente bajo: en 2012, México gastó cerca del 8% del PIB en salud y educación, más que Perú pero menos que Brasil y el promedio de la OCDE de 11%.

Los programas sociales focalizados han contribuido de manera importante a reducir la pobreza absoluta (población que vive con menos de 2.50 USD de PPA al día), desde finales de la década de 1990 hasta el principio de la crisis global. No obstante, las familias de bajos ingresos son aún vulnerables a las adversidades económicas, dado que el monto de las transferencias de efectivo representa únicamente un apoyo modesto al presupuesto familiar. Programas sociales adicionales que ayudan a las personas que carecen de alimentos, como el programa Cruzada Nacional Contra el Hambre, que arrancó en 2013, podrían también sacar a la gente de la pobreza, en particular los más afectados por la crisis económica.

El estudio señala algunas áreas de oportunidad para acortar las brechas de desigualdad en México, como: la desigualdad en la calidad de la educación, la informalidad en el mercado laboral y la falta de esquemas de pensión para sectores importantes.

Ligas de interés:

In It Together: Why Less Inequality Benefits All 

www.ocde.org

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