¡EL SEMÁFORO ESTÁ EN ROJO, ES MOMENTO DE PARAR! DESACELERA TU VIDA

9 de abril del 2015 | por Health Coach Clementina

Cuando el semáforo se pone en amarillo sabes que debes ir más lento; si está en rojo debes detenerte. ¿Qué sueles hacer en esos momentos? Te acomodas en el asiento, ajustas tus pies a los pedales, quizá te observas en el espejo o tomas un poco de esa bebida caliente (o fría) que traes en el portavasos, respiras y esperas. No hay más.

Ahora, piensa que tu cuerpo trae incluido un semáforo que se pondrá en amarillo cuando te pida ir más lento y encenderá la alerta roja cuando sea indispensable que te detengas para evitar que ocurra un accidente.

Vivimos deprisa desde que sale el sol hasta el ocaso y llegamos a desear que el día tenga más horas para poder completar la lista de labores que nos hemos impuesto. Sí, en realidad nosotros mismos asignamos las tareas y actividades a realizar; no lo hacen nuestros jefes, ni la familia, ni la pareja, ni los amigos. A final de cuentas, cada persona es quien administra su propio tiempo.

Se supone que las jornadas de trabajo duran alrededor de 8 horas diarias, entonces ¿por qué quedarte más? ¿Para aparentar, para que no digan tus compañeros que estás pendiente de la hora de salida, para terminar ese proyecto que está atrasado, por temor de decirle a tu jefe que ya tenías otros compromisos o pendientes personales?

Sales tarde del trabajo ya como un hábito, por lo que eliges la última hora de la sesión de ejercicios, si es que dedicas algo de tiempo a ellos. Entonces, llegas tarde a casa, cenas, preparas tus cosas para el otro día y te duermes a altas horas de la noche, con una sobrecarga de agotamiento. A la mañana siguiente le robas unos minutos al reloj para estar más en la cama y te levantas de un salto, con prisa y bajo los efectos del estrés. Es otro día con un ritmo acelerado y así seguirá pese a que tu cuerpo empiece a encender el foco de alerta.

Señales de luz amarilla

Ansiedad, porque sientes que no te va rendir el día y no vas a terminar tu lista de labores.
Frustración y enojo, porque no lograste realizar las tareas de esa interminable lista en el tiempo que habías establecido. Por lo tanto, estás irritable y tus niveles de tolerancia decrecen de manera considerable.
Trastornos del sueño, porque te has llevado a la cama el cansacio agudo y las preocupaciones no te permiten relajarte como es debido y si a eso le agregas que quizá duermes poco o mal, la fatiga se irá acumulando, sin permitir a tu cuerpo que se recupere.
Cansancio, porque trabajas demasiado y no duermes bien, lo que puede llegar a generar que sufras un desgaste crónico.
Estrés, porque vivir rápido, con sobrecarga de trabajo o de labores, con la ansiedad de no poder avanzar más rápido que las manecillas del reloj y con la preocupación de quedar mal, inevitablemente le produce estrés a cualquiera.
Emociones negativas, que se van acumulando producto de todo lo anterior y que difícilmente podrás manejar.

Y puede haber muchas otras formas en las que tu cuerpo y tu mente pongan de manifiesto esa luz amarilla, para indicarte que debes empezar a ir más lento, si no quieres entrar en una espiral desctructiva.

Señales de luz roja

La luz roja se presenta cuando tu salud física y emocional ya está directamente afectada. Entoncés, es común que sufras un accidente o enfermedad grave. De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT), uno de cada diez adultos de todo el mundo sufre estrés, depresión y agotamiento, además, la predicción del instituto perteneciente a las Naciones Unidas, es que en los próximos años habrá un aumento drástico de estos trastornos debido al modo de vida actual.

Las enfermedades relacionadas con este tipo de trastornos puede ser: coronarias, derrames cerebrales, cáncer o diabetes, entre otras. Se trata de problemas graves que aumentan la mortalidad y que están estrechamente relacionados con el estilo de vida actual que exige un exceso de tareas en cada ámbito: laboral, familiar y social; y todas bien hechas.

¡Me quiero detener!

Es momento de hacer un alto y reflexionar para priorizar tus actividades. Recuerda, tú administras tu tiempo, no los demás. Pero, ¿cómo hacerlo si este mundo acelerado te jala?

Nuestro cuerpo está preparado para afrontar la presión, pero no para sobrecargarse desmesuradamente. Estos son algunos consejos que te ayudarán a desacelerar tu vida:

  • Prioriza, El famoso refrán “No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy”, no aplica en este caso. Al contrario: analiza tu lista de actividades, divídelas, concéntrate en las más importantes y organiza adecuadamente tu agenda. Considera tiempo para divertirte, relajarte y disfrutar de otras cosas que también son importantes en la vida. Reconoce que tu universo no es un día, son muchos que puedes aprovechar al máximo.
  • Sal a tu hora. No importa si tus compañeros o tu jefe te ven “feo”, por no quedarte más tiempo en la oficina. Piensa en lo que te pierdes si sigues encerrado ahí. Además, reflexiona: ¿realmente vas a adelantar mucho tu trabajo si te quedas una hora más? Acepta las cargas de trabajo que puedas cumplir en tu horario y aprende a decir “no”.
  • Busca mecanismos de compensación. Incluye en tu lista de “cosas por hacer” actividades de disfrute, socialización y relajamiento:
  • Ve a tus amigos. Dedícales tiempo. Sal a tomar un café, a caminar con ellos… a convivir. No pierdas el contacto con los seres queridos, las relaciones personales influyen positivamente en tu salud física y mental.
  • Practica ejercicio. Camina, corre, apúntate a la clase de pilates, ve al gimnasio o elige el ejercicio que más te guste. El simple hecho de caminar por un parque te ayudará a relajarte, liberar tensiones y aclarar tu mente. ¡Imagínate lo que pasaría en tu cuerpo si corres unos minutos diarios!
  • Pasa más tiempo con tu familia. Con tu esposo(a), con tus hijos, o con tus padres y hermanos. No lo dejes para el próximo domingo; queda con tu mamá o con tu pareja para comer entre semana. Sal del trabajo a tiempo y lleva a tus hijos al pasear o al cine… arma un rompecabezas con ellos en casa.
  • Practica la contemplación. La contemplación significa prestarle atención y apreciar con detenimiento algo material o espiritual, meditar y reflexionar. Practícala: observa los paisajes, respira profundo, mira los edificios y concéntrate en su historia, por ejemplo; admira los escaparates, aspira el aroma de los árboles. Abre tus sentidos al mundo; percibe tu entorno.
  • Consiéntete. Dedícate tiempo cada día y haz que eso sea una prioridad. Quizá prefieras levantarte un poco más temprano por la mañana y preparar tu desayuno preferido, o por las noches tomar un baño en la tina o en el jacuzzi,o quizá leer un capítulo de tu novela preferida o regalarte un masaje aromático. ¡Apapáchate con lo que más te gusta!

No dejes que el mundo te jale; adueñate de él y haz que se mueva a tu propio ritmo.

Acerca del autor:

Health Coach Clementina Rodríguez:
Contacto: clementina.rodriguez@me.com

Verde para Verte Bien
www.verdeparavertebien.com

Certificada por el Institute for Integrative Nutrition de Nueva York.
Miembro de la Asociación Internacional de Health Coaches.
Actualmente es co-conductora del programa de radio Conéctate contigo que se transmite por el 102.5 de FM los sábados a las 4 p.m.

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