¿QUÉ IMPORTANCIA TIENE LA IMAGEN PÚBLICA?
23 de mayo del 2007 | por David Olvera*
“No preocuparse de lo que la gente opina de uno mismo, no solo es arrogancia, sino también desvergüenza.” Así lo dijo Cicerón hace varios miles de años, y yo agregaría que en nuestros tiempos también es una peligrosa necedad.
En la actualidad, la importancia de contar con una buena imagen pública ha dejado de ser exclusiva de aquéllos pertenecientes al mundo de la farándula y la política. La razón es muy simple, sin importar nuestra profesión, todos contamos con una imagen pública ya sea para nuestro beneficio o nuestro perjuicio y tomando en cuenta que ésta es propia, única, personal e intransferible, debe de ser la mejor. ¿Cómo lograr esto? Manteniendo una coherencia en los estímulos que se empleen, respetando nuestra propia identidad, cumpliendo con los objetivos que deseamos y satisfaciendo las necesidades de la audiencia. La imagen produce un juicio de valor u opinión, impulsa al rechazo o a la aceptación y se convierte en la realidad del receptor, aunque la mayoría de las veces ésa no sea la verdadera.
Estudios realizados por Albert Mehrabian, sociólogo y catedrático de UCLA, demuestran que la eficiencia de un mensaje dependerá de la interacción que tengan los estímulos verbales y no verbales. De manera que la audiencia (una o más de mil personas) al estar expuesta a la recepción de un mensaje, le otorga el 55% de su importancia y atención al lenguaje corporal (imagen física), el 38% a la voz y a la manera como se le dice el mensaje y sólo el 7% al mensaje en sí. En resumen, la audiencia le otorga el 93% de su atención a la imagen no verbal y sólo el 7% a la imagen verbal. Tal vez ahora entendamos porqué nos resulta tan difícil recordar el tema principal de alguna conferencia a la que hemos asistido o porqué algunas veces es prácticamente obligatorio anotar las puntos importantes de alguna reunión de trabajo.
Vivimos en un mundo en el que la competencia por todos los puestos en cualquier clase de trabajo resulta ser muy cruda, muy fuerte y en algunas ocasiones pareciera imposible de sobrepasar. Maestrías, diplomados y cursos parecen ya no ser suficientes además de que sus costos son estratosféricos en algunos casos. Le damos toda la importancia a nuestra preparación intelectual para tener la mayor cantidad de armas posibles y poder así, competir y distinguirnos de los demás, lo cual está muy bien. Sin embargo, qué pasa si aún y cuando tengamos todas las herramientas para sobresalir, las oportunidades siguen pasando de largo o ni siquiera se presentan. Es cuando los cuestionamientos deben comenzar ¿Qué estamos haciendo mal? ¿Porqué seguimos teniendo el mismo puesto de hace 6 años? ¿Porqué la gente no nos presta atención? ¿Porqué no somos tomados en cuenta? ¿Porqué nos cuesta trabajo ganarnos el respeto de las personas? Pueden haber muchas respuestas a estas preguntas, sin embargo, resulta primordial irnos a lo más importante: nosotros mismos y realizar un análisis de nuestra imagen. ¿Cuándo fue la última vez que verdaderamente observamos nuestro reflejo en un espejo? ¿La imagen reflejada es realmente la que queremos proyectar? ¿Existe coherencia entre nuestra manera de ser, nuestra vestimenta, nuestro lenguaje corporal y los mensajes que quiero enviar? ¿Estamos verdaderamente respetando nuestra identidad o “nos disfrazamos” cada vez que salimos a trabajar? Son preguntas que deben ser contestadas con sinceridad y sobretodo, como se mencionó anteriormente, con coherencia y respetando nuestra identidad y esencia.
Una última pregunta para finalizar, ¿Qué tanta importancia le otorga usted a su imagen pública?
*David Olvera es Director General de imagenES Consultoría en Imagen.
Su correo electrónico es:david@imagenesconsultoria.com