LA HORA DEL PLANETA: OPORTUNIDAD PARA TOMAR CONCIENCIA
23 de marzo del 2018 | por Javier Arce, Director de Desarrollo de Hoteles City Express
Algunas dependencias apagan las luces durante una hora en esta fecha, pero se necesita hacer muchos más. La población requiere más información para saber cómo puede participar y, sobre todo, por qué debe hacerlo.
La hora del planeta, que se lleva a cabo el último sábado de marzo de cada año, es una campaña a nivel mundial para concientizar a la gente del uso racional de la energía. Fue impulsada por el Fondo Mundial para la Naturaleza y consiste en apagar aparatos eléctricos no esenciales durante una hora, de 20:30 a 21:30 horas, con el fin de crear conciencia de lo que ocasiona la generación de energía eléctrica y su consumo.
Es evidente que en una hora no se van a cambiar las cosas, pero es importante tomar acción colectiva de esta manera, manifiestamente simbólica.
Algunas personas se han enterado por los medios de comunicación de la relevancia de participar en La hora del planeta, pero otras no saben de qué se trata. Existe todavía mucho desconocimiento sobre esta importante fecha, que este año será celebrada el 24 de marzo. Se cree que el objetivo es ahorrar energía, lo cual es incorrecto. La meta es dar a conocer la contaminación que se origina por la generación de energía eléctrica con medios tradicionales, o sea consumo de carbón y de combustibles fósiles.
Por ejemplo, por cada kilowatt que consumimos contaminamos la atmósfera con 0.45 kg de dióxido de carbono, o CO2, y un hogar promedio de clase media consume 5 mil kilowatts por año, el equivalente a 2,290 kg de CO2.
La primera manera de reducir ese consumo es el ahorro de energía en nuestras casas, oficinas, fábricas, etcétera. La segunda le toca a los gobiernos, las ONG, los medios de comunicación y la sociedad organizada, y tiene que ver con concientizar a las naciones para que migren el uso de la energía eléctrica generada con medios tradicionales a las energías limpias, como la solar, eólica, o la generada por medio del movimiento del agua, como la hidroeléctrica o la mareomotriz.
Falta mucha conciencia a nivel social sobre los temas ambientales. Si lo comparamos con lo que sucede con campañas como, por ejemplo, la lucha contra el cáncer de mama, hay un contraste enorme. Los mexicanos hemos logrado un alto grado de conciencia que es una enfermedad mortal y que se debe hacer algo al respecto. Es fácil participar en la campaña, a nivel de concientización, y la gente acepta vestir un moño rosa en las fechas indicadas. Los medios han tomado con seriedad este tema, y un ejemplo es que incluso en los partidos de futbol de la Liga Mx algunos equipos salen a jugar con camisetas rosas en determinadas fechas. No sucede lo mismo con la conciencia de La hora del planeta, y sin embargo debemos cuestionarnos sobre la gravedad del problema al que se refiere esta efeméride. El cáncer produce la muerte, pero el cambio climático también lo hace y, sobre todo amenaza el equilibrio de nuestro planeta, que es la única casa que tenemos.
En el caso de los Hoteles City Express, cada año explicamos a todo nuestro personal, que ya alcanza las 4 mil personas, por qué es importante participar, y se les invita a hacerlo apagando las luces y los aparatos eléctricos no esenciales durante La hora del planeta. Invitamos a los huéspedes para que también reduzcan su consumo energético durante esa hora, y hemos notado que en un porcentaje (aunque aún menor) de los viajeros que nos visitan, hay conciencia y entusiasmo por participar.
Pero lo más relevante es que las acciones que tomamos no las hacemos sólo un día en el año, sino que estamos en campaña permanente de reducción de consumo energético. Nuestros manuales son muy específicos y subrayan este ahorro. Por ejemplo, nuestras camaristas saben que deben hacer la limpieza bajando al mínimo el consumo de energía. El impacto que se logra es muy significativo, y por ello nuestra cadena ha sido reconocida ya durante cuatro años consecutivos como Empresa Socialmente Responsable.
Estamos viviendo tiempos difíciles, en los que desde muy altas esferas se pone en duda el impacto de la huella del hombre en el cambio climático. En medio de ese peligroso revisionismo, el mensaje para el mundo de un acontecimiento como La hora del planeta adquiere más fuerza y significado. Si cada persona, empresa y gobierno deja de hacer su parte, en unos cuantos años estaremos pagando altísimos costos en vidas humanas, además de que los daños económicos serán incalculables. Lo estamos viendo con la violencia de las tormentas de la actualidad, las nevadas históricas en países como España, o en el hecho de que la Tierra rompe récords de temperaturas cada año. Si no hacemos algo urgente, cuando queramos tomar acción puede ser demasiado tarde.
Pero el cambio surge de las personas. Cuando cada persona esté consciente, cambiarán las empresas y los gobiernos se verán obligados a tomar medidas realmente drásticas. Y he aquí la importancia del alto contenido simbólico de La hora del planeta: no vamos a dejar de consumir energía durante 60 minutos para ahorrarle al planeta esa huella de carbono, sino lo haremos porque esa acción, y cada acción que acometamos, debe ser el referente de todas nuestras acciones. Es un icono para hacerle ver al mundo que hay un problema. La hora del planeta debería de celebrarse cada día. Sólo de esta manera la gente empezará a concientizarlo, a respetarlo y a compartirlo.
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