LA CRISIS ASMÁTICA PUEDE CONVERTIRSE EN UN RIESGO PARA LA VIDA
22 de enero del 2012 | por Martha Olavarrieta
El respirar es una de las funciones vitales y naturales del cuerpo humano, sin embargo para aquellas personas que padecen asma, el respirar les cuesta mucho trabajo, limitando sus actividades cotidianas, y más aun, cuando padecen una crisis asmática.
Las crisis asmáticas son el aumento de la obstrucción bronquial por encima de lo usual y pueden ser detectadas por un incremento en las molestias del paciente o por disminución del efecto de los medicamentos. Por lo regular se producen de manera gradual, a lo largo de varios días, aunque también pueden ser repentinas, en un lapso de minutos.
Por ello, es de suma importancia que al presentar una crisis se acuda de manera inmediata al médico para un tratamiento oportuno, y evitar así graves consecuencias, como la muerte. Cabe señalar que la mayoría de las muertes pueden evitarse siempre y cuando la crisis se trate oportuna y adecuadamente.
Las crisis asmáticas pueden ser leves, moderadas o severas:
∙ Leve, es cuando aumenta la intensidad de las molestias y estas no ceden con el tratamiento usual, además de limitar las labores físicas de gran intensidad. El paciente suele sentir poca dificultad respiratoria estando en reposo, puede hablar sin problemas, puede acostarse horizontalmente sin claro aumento de la disnea y no despierta por el asma.
∙ Moderado, además de intensificarse las molestias y no disminuir al tratamiento acostumbrado, el enfermo ve limitada la posibilidad de efectuar labores físicas de mediana intensidad, prefiriendo estar en reposo por su disnea, dificultándole también el decir una frase completa o presentar problemas para dormir. El paciente puede presentar un ataque moderado, es decir, si un ataque leve no se alivia después de una hora o si las molestias reaparecen al cabo de unas pocas horas.
∙ Grave, el paciente tiene dificultad respiratoria en reposo, sólo puede decir unas pocas palabras, debe permanecer sentado apoyado en sus manos, presenta coloración azul, conocida como cianosis, de labios o uñas. Puede presentar un ataque grave, esto es, si un ataque moderado no se alivia después de seis horas o si las molestias reaparecen al cabo de unas pocas horas.
¿Cómo detectar una crisis asmática?
Esta puede detectarse cuando hay una fatiga exagerada, aumento en la frecuencia respiratoria, hay sibilaciones, además de que el paciente tiene dificultad para expresar lo que siente por la falta de aliento y sentir una fuerte opresión en el pecho. Una crisis asmática puede durar varias horas o más tiempo si la persona no es atendida de manera oportuna.
¿Y qué la ocasiona?
Entre los factores que pueden desencadenar una crisis asmática están: las condiciones climatológicas, esfuerzos físicos intensos, el polvo de casa, la pelusa de los animales, el ejercicio, sobre todo si la persona no está acostumbrada a hacerlo, humo de todo tipo (cigarrillos, vehículos, fábricas, etc.), estrés, polen de las plantas, uso de algunos medicamentos (beta-bloqueadores y ácido acetilsalicílico), así como el aire frío o húmedo.
¿Cómo tratarla?
Para tratarla es necesario visitar al médico, quien recomendará el tratamiento más adecuado para mantener una buena calidad de vida y evitar exacerbaciones. Los fármacos recomendados para el tratamiento del asma son de dos tipos:
∙ Los antiinflamatorios, que ayudan a evitar los ataques de asma desde el comienzo, ya que mantienen permanentemente despejadas las vías respiratorias, evitando la inflamación de vías respiratorias y mucosidad. Entre estos están los corticosteroides que no tienen nada que ver con la naturaleza de los esteroides anabólicos, los corticosteroides rara vez tienen efectos secundarios, en tanto se utilicen por la vía adecuada así como las dosis indicadas bajo prescripción médica.
∙ Los broncodilatadores, que ayudan a controlar las exacerbaciones cuando ya han comenzado, o como complemento de control a los corticoesteroides, relajando los músculos de las vías respiratorias y facilitando la respiración.
AstraZeneca cuenta con tratamientos seguros y eficaces, que ayudan a los pacientes a llevar una vida plena y activa, mejorando notablemente su calidad de vida, sin interferir en muchas de sus actividades escolares, deportivas, profesionales o de esparcimiento.
Por último, es importante señalar que las medidas farmacológicas anteriores pueden ser mucho más efectivas si el paciente ayuda a evitar o eliminar factores alergénicos de riesgo como exponerse al polvo, al humo del tabaco, plumas o pelajes de animales, así como evitar ciertos alimentos, ambientes húmedos o fríos y personas con infecciones respiratorias.